Prólogo

Bien. Ya has visto mis fotos, mi videobook y probablemente hayas echado un vistazo a mi experiencia profesional. Genial, ¿qué sabes sobre mí?

Ahora voy a contarte quién soy. Soy Jaime Polo, eso ya lo sabes. Nací en Madrid, en una familia sin artistas (quédate con esto, luego te cuento). Desde niño jamás me he imaginado dedicándome a otra cosa que no fuera el arte. Es gracioso, porque a pesar de eso, también he sido siempre muy científico: me gusta probar y equivocarme. Para mí la ciencia y el arte se parecen mucho, y yo mismo he tenido mis experimentos: pintura, cocina, canto, danza… Todo me gustaba (y me gusta a día de hoy), pero no quería elegir. Y, de repente, ¡eureka! La Interpretación. Aquí era. Aquí podía hacerlo todo, ser todo. Me encantaría decirte que fue un amor que se fue fraguando poquito a poco, pero no. Fue un flechazo. A lo loco. Así que, como buen enamorado, lo dejé todo y me tiré de lleno a la piscina.

Vale, ¿te acuerdas que te he dicho “quédate con esto, no se qué”? Ser actor en una familia sin precedentes artísticos conlleva una serie de aptitudes que definen tanto mi persona como mi forma de trabajar. Para empezar, no tengo ningún miedo a ser yo mismo. Tengo mi propia forma de ver las cosas y me gusta encontrar posibilidades nuevas dentro de todo aquello que parece evidente. Esto va siempre acompañado de una fuerza y unas ganas inagotables. Adoro lo que hago y me gusta mirar hacia arriba, así que lo doy todo siempre. Tienes que saber que, además de esta voluntad inquebrantable (o cabezonería, llámalo como quieras), soy un currante. Creo firmemente que con el trabajo llegan las oportunidades. Y me dirás: “Jaime, en esta profesión, también es una cuestión de suerte”. Ya, pero cuando llega la suerte, te tiene que pillar con las manos en la masa.

Así que aquí estoy. Preparado para cuando toque la suerte a la puerta. Con las manos en la masa y siempre con algo que hacer, que lo de esperar no va conmigo.